LA LIBERTAD Este 05 de febrero venció el plazo para los políticos que desean postular a algún cargo municipal o regional y no encuentran cabida en sus agrupaciones de origen, renuncien a sus agrupaciones y puedan incorporarse a aquella que le resulte más agradable o que le brinde las oportunidades que ellos mismos no fueron capaces de forjar en su movimiento original.
Como ya hemos visto, la renuncia más polémica de los últimos días fue la que protagonizó Fernando Calderón al Partido Aprista. Sin embargo es bueno precisar, más allá de los intereses y simpatías, que Fernando ha tenido el valor de renunciar irrevocablemente a su condición de aprista; propuesta que se contrapone en valentía y probidad a la que propiciara otro regidor provincial. Digo en valentía, pues de manera infantil y berrinchuda se pone una renuncia a la militancia activa, condición que no existe en el partido (ver estatutos PAP que este señor nunca leyó, pues su aprismo es improvisado y de nuevo cuño). Luego del fallido intento de formar su partido regional, comprendió que la única opción era postular por el APRA y, muy orondo, retiró su renuncia militante. Además, como cereza del postre, se lanzó a la carrera tras el sillón municipal de Trujillo y busca, a través del despilfarro económico obtener una representatividad que nunca se ganó en el escenario político, ni por su capacidad profesional (aún no saca título), ni por su contribución político-social (jamás ocupó cargo alguno dentro del movimiento aprista); sin embargo exige que no lo comparen. Claro, no existe punto de comparación.
Es necesario que la ley sea clara respecto a los procesos de elección. Los partidos políticos son organizaciones representativas de la democracia en la sociedad y, por lo tanto, la mayor garantía de participación ciudadana. Más allá de los manejos interesados que las cúpulas puedan hacer, es importante defender la institucionalidad de los partidos. Por ello sería importante que las autoridades electas en un bloque político (regidores, consejeros y congresistas) que renuncien a su militancia partidaria, deban dejar el cargo representativo en favor de la agrupación a la que renuncian. De esa manera, el regidor o consejero accesitario podrá cubrir la vacante dejada por el tránsfuga o renunciante. Así, el partido político que recibió el respaldo de la sociedad en un escrutinio, podrá mantener la representatividad que la ciudadanía le proporcionó. Sólo de esa manera los intereses oportunistas de los políticos improvisados o renunciantes se enfrentarían a los verdaderos intereses de los militantes y ciudadanos que fuimos responsables de su elección.
Sería importante que nuestros legisladores tomen en cuenta esta iniciativa que podría poner freno a tanto oportunismo perjudicial para la institucionalidad de los movimientos políticos democráticos.
Los ciudadanos y militantes estamos cansados de los berrinches y malacrianzas de estos supuestos líderes que anteponen sus intereses a los intereses de su movimiento y de su región. Es oportuno que, aunque sea por la ley, entiendan que no se puede seguir jugando con la voluntad electoral de la ciudadanía: el que quiera renunciar, que renuncie a todo, que se vaya de su agrupación y dé paso a la forja de su nueva imagen dentro de su nueva agrupación. Buena suerte, Fernando y aunque no comparto tus intereses, es admirable el valor para dejar todo y empezar de nuevo.
Como ya hemos visto, la renuncia más polémica de los últimos días fue la que protagonizó Fernando Calderón al Partido Aprista. Sin embargo es bueno precisar, más allá de los intereses y simpatías, que Fernando ha tenido el valor de renunciar irrevocablemente a su condición de aprista; propuesta que se contrapone en valentía y probidad a la que propiciara otro regidor provincial. Digo en valentía, pues de manera infantil y berrinchuda se pone una renuncia a la militancia activa, condición que no existe en el partido (ver estatutos PAP que este señor nunca leyó, pues su aprismo es improvisado y de nuevo cuño). Luego del fallido intento de formar su partido regional, comprendió que la única opción era postular por el APRA y, muy orondo, retiró su renuncia militante. Además, como cereza del postre, se lanzó a la carrera tras el sillón municipal de Trujillo y busca, a través del despilfarro económico obtener una representatividad que nunca se ganó en el escenario político, ni por su capacidad profesional (aún no saca título), ni por su contribución político-social (jamás ocupó cargo alguno dentro del movimiento aprista); sin embargo exige que no lo comparen. Claro, no existe punto de comparación.
Es necesario que la ley sea clara respecto a los procesos de elección. Los partidos políticos son organizaciones representativas de la democracia en la sociedad y, por lo tanto, la mayor garantía de participación ciudadana. Más allá de los manejos interesados que las cúpulas puedan hacer, es importante defender la institucionalidad de los partidos. Por ello sería importante que las autoridades electas en un bloque político (regidores, consejeros y congresistas) que renuncien a su militancia partidaria, deban dejar el cargo representativo en favor de la agrupación a la que renuncian. De esa manera, el regidor o consejero accesitario podrá cubrir la vacante dejada por el tránsfuga o renunciante. Así, el partido político que recibió el respaldo de la sociedad en un escrutinio, podrá mantener la representatividad que la ciudadanía le proporcionó. Sólo de esa manera los intereses oportunistas de los políticos improvisados o renunciantes se enfrentarían a los verdaderos intereses de los militantes y ciudadanos que fuimos responsables de su elección.
Sería importante que nuestros legisladores tomen en cuenta esta iniciativa que podría poner freno a tanto oportunismo perjudicial para la institucionalidad de los movimientos políticos democráticos.
Los ciudadanos y militantes estamos cansados de los berrinches y malacrianzas de estos supuestos líderes que anteponen sus intereses a los intereses de su movimiento y de su región. Es oportuno que, aunque sea por la ley, entiendan que no se puede seguir jugando con la voluntad electoral de la ciudadanía: el que quiera renunciar, que renuncie a todo, que se vaya de su agrupación y dé paso a la forja de su nueva imagen dentro de su nueva agrupación. Buena suerte, Fernando y aunque no comparto tus intereses, es admirable el valor para dejar todo y empezar de nuevo.
(publicado en diario Correo en febrero 06 de 2010)
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