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lunes, 22 de febrero de 2010

Moche y la trascendencia de su nueva identidad


Moche cumple 460 años de “fundación española” (entre comillas pues se produjo a propósito de una Reducción de Indias). Esta efeméride es trascendente de por sí; pero debido a que, a través de los años, algunos insignes pensadores mocheros han tratado infructuosamente de revalorar la naturaleza indígena de su pasado, hoy tiene un significado singular. Lo que estos pensadores mocheros deben entender de una vez por todas, es que el Moche actual no es resultado del violento choque de dos culturas, diametralmente opuestas; sino que es el resultado de la negación de ambas culturas que empezaron a desaparecer cuando se encontraron; es decir, no es resultado de la etnia muchik, ni de la raza europea. La explicación dialéctica de este fenómeno cultural, echa por tierra todos los argumentos que por años he escuchado de boca de algunos chauvinistas y casi ancestrales pensadores de Moche. Ellos proponen el rechazo de todo lo foráneo, de todo lo que tiene que ver con lo español y hasta, en los últimos años, de todo lo trujillano. Este error es lo que los convierte no sólo en retrógrados seguidores de una idea fuera de lugar, sino en cultores de un presente que nunca despega.
Cuando todo el mundo habla de Interculturalidad e integración, ellos proponen un seudo nacionalismo a ultranza. Moche ya no es el pueblo que construyó las huacas del Sol y la Luna. Moche es una nueva cultura que debe comenzar a construir su presente y su futuro al amparo de una nueva conciencia latinoamericana. Ahora, la comuna mochera nos habla de cultura de resistencia. Pablo Macera y Peter Hulme nos hablan de tres tipos de cultura: Culturas vivas, Culturas de resistencia y culturas residuales. El caso ejemplar de cultura de resistencia la encontramos en las etnias de la selva, pero Moche no puede aspirar a ser una cultura de resistencia, pues no desarrolla ninguna celebración de origen Muchic y, además, la lengua Muchik ya es una lengua muerta. La mayoría de sus pobladores poseen apellidos de origen castizo y patronímicos diversos. Los apellidos de origen Moche se han ido perdiendo con el tiempo y quienes sentimos a Moche, intensamente, como una pequeña patria, no llevamos un apellido autóctono. Es decir, con mucho esfuerzo, Moche sólo puede aspirar a ser una cultura residual; por ello, es necesario cambiar las interpretaciones de esta terminología científica, además de proponer la nueva cultura de la integración.
No se puede pretender construir un futuro sólido sobre la base de un mal análisis. Es necesario entender que cuando la cultura occidental y la cultura indígena chocaron hace cinco siglos, ambas comenzaron a desintegrarse para iniciar el camino de la construcción del nuevo prohombre americano. Es una lástima que quienes se autodenominan responsables de mantener la cultura ancestral de los Moche, no son más que voces egoístas que propician la auto marginación de un pueblo que debe comenzar a insertarse en el mundo globalizado proponiendo un crecimiento en base a su pasado y su presente. Moche necesita vivir de la mano con el pasado, pero no necesita vivir en él.
Muchos de estos dilectos pensadores mocheros que declaran el rechazo de lo español porque destruyeron nuestra identidad (según ellos), son los primeros en pronunciarse a favor de las fiestas religiosas Católicas de Moche (un claro ejemplo de hispanismo). Incluso, el recientemente revalorado plato mochero: la Sopa Teóloga, no es más que una manifestación hispana, cuando el plato verdaderamente Muchik es la Bretaña, por la naturaleza de sus componentes. Es necesario que Moche instituya, por lo menos, dos o tres celebraciones Muchik con la finalidad de reorientar el turismo local y poder aspirar a ser una cultura de resistencia, real y no basada en palabrería barata.
Hace mucho tiempo me preguntaron ¿Por qué Moche pareciera seguir en el siglo XIX? La respuesta es que sus pobladores somos los que pretendemos seguir, no sólo en el siglo XIX; sino que asumimos pensamiento decimonónicos. Es el momento de entrar con fuerza en el tercer milenio siendo coherentes con la realidad. Moche ya no es un pueblo agrícola, ni ganadero por excelencia. Moche debe ser un pueblo con una orientación turística importante. Ojalá que la gestión municipal del controvertido Alcalde Quispe, más allá de la contumacia, las obras no ejecutadas, las compactadoras fraudulentas de este pésimo gobierno municipal, pueda llenar el enorme vacío cultural y ético que su pobre liderazgo deja en la colectividad mochera.
(publicado en el diario Correo en octubre 30 de 2009)

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